Los odiadores terminan recogiendo los frutos de su odio. Si todos los que se han sentido agraviados, perjudicados o indignados a lo largo de la milenaria historia peruana, estuviesen todos vivos en este instante, el resultado no sería otro que la vida política normal del Perú actual.
Para los filósofos de la historia, existen dos concepciones del tiempo, la lineal y la cíclica. La idea lineal de la historia es la occidental. Desde que el cristianismo marcó el inicio de la historia con el nacimiento de Jesús y el fin de la historia con un Apocalipsis, el mundo europeo adopto la idea de que la historia era una línea con un principio y un final; y a lo largo de esa línea de tiempo los eventos históricos iban quedando atrás, superados por el tiempo y la actualidad humana.
La Ilustración adoptó la concepción de la historia lineal como la cosa más evidente del mundo y de ella desarrollo la idea del progreso, mito movilizador de los últimos trescientos años. El Occidental considera no solamente que no hay retorno al pasado, sino que además esto es obvio.
No es ni obvio ni evidente. A medida que se estudiaba la mitología y la cosmología de la antigüedad o de otras civilizaciones, los estudiosos comprendieron que existía también una idea cíclica de la historia. Esto no significa que los acontecimientos históricos se repitan, sino que hay un ciclo con varias etapas que se reinicia cada tantos miles de años.
Para el griego Hesiodo hubo una Edad de Oro, seguida de otras de plata, de bronce y finalmente de hierro. En la Edad de Hierro terminaba la secuencia descendente y se llegaba a la desintegración de ese mundo histórico debido a la maldad humana, luego de lo cual se iniciaba una nueva Edad de Oro, la cual a su vez pasaría nuevamente por todas estas etapas; y así al infinito. El poeta romano Virgilio sostenía que él vivía en la Edad de Hierro, esto es, en la secuencia final dominada por la decadencia humana.
La filosofía védica de la India tiene el mismo concepto de grandes ciclos y actualmente estaríamos en el Kali Yuga, el equivalente de la Edad de Hierro de los griegos y los romanos. Nietzsche tomaría de allí su idea del eterno retorno y Mircea Eliade, el gran historiador de las religiones rumano, escribiría “El Mito del Eterno Retorno”, un gran clásico sobre el tema.
But as it lasts for a long time in the body to continue while taking rest. levitra side effects It turns out to be hard for you to accept sildenafil sales that you little one gets irritated with some of your habits like late night sleeping, tight underwear, unhealthy eating, excessive intake of canned drinks, frequent changes in day-routine, taking unnecessary pressure etc. generic viagra tab Students are familiarized with the ultimate examination by rewarding specific questionnaires. This means that this viagra 100mg pfizer medication has multiple benefits. Pero en ambas concepciones del tiempo, los grandes acontecimientos pasados terminan siendo incorporados a la unicidad de la historia y pierden su carga pasional. Los hindús no viven amarillos de odio contra Alejandro el Magno, los Mogoles, y, en el fondo, tampoco contra los ingleses. Los ingleses no se revuelcan de odio contra las conquistas vikingas o aquella de los normandos, que arrasó la organización social de los anglo-sajones en el año 1066. Ni hablemos de las guerras napoleónicas. Los franceses tampoco viven resentidos contra Wellington y De Gaulle y Adenauer se dieron la mano tan solo diez años después de la II Guerra Mundial, para fundar la Comunidad Europea.
Una originalidad del Perú pareciera ser que no hay concepción ni lineal ni cíclica de la historia. El odio ya mítico generado por la totalidad de los reinos e imperios caídos, de las guerras, de los derrocamientos, de los regímenes políticos destruidos, sean estos democráticos o dictatoriales, a lo largo de toda nuestra historia, sigue ardiente en sus descendientes, hoy, en mayo de 2013, en el instante en que Ud. está leyendo este artículo.
La concepción peruana del tiempo es perfectamente circular y estática. Todo está allí, en esa superficie circular atemporal, ofendiendo en simultáneo a todos. En este preciso instante Pizarro esta capturando al Inca mientras que los almagristas matan al conquistador en palacio. Monárquicos y republicanos se están disputando la independencia y Grau muere en el Huáscar (él, que, excepcionalmente, no odiaba). Leguía golpea a Pardo y muere cruelmente golpeado por Sánchez Cerro. No abordo nada posterior a 1932 porque allí el odio es incontrolable. Con lo dicho basta.
A fuerza de no dejar nada atrás, de no comprender que una vez ocurrida la historia ésta ya no puede ser de otra manera, gran parte de la vida política e intelectual peruana transcurre por estos torrentes ardientes de odio. Este odio ha conspirado – y conspira sin cesar -, contra los valores necesarios para la construcción de una república moderna y desarrollada.
Publicado en el diario digital www.altavoz.pe
interesantisimo….
Con lo que dice el artículo , eso indica que Ud. no odia a los del MRTA. Ojalá que todos tengamos la misma visión con respecto al Odio.Se debería odiar el odiar.
Odiar el odiar es como no tolerar al intolerante, es simplemente otra forma de odio inexcusable. Es sobre ese falso criterio que el liberal socialismo ha construido la censura de “lo políticamente correcto”. Su pensamiento lleva a la censura y en el futuro a una nueva inquisición. Hay que perdonar. Perdonar no significa que seré amigo o reanudare una amistad con quién perdono. Nada más lejos de la idea del perdon. “Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. En latín, en esta línea del Padre Nuestro, se utiliza el término “debitum”, debito. El daño implica que uno perdona la cuenta, lo que le deben a uno moralmente y materialmente por el daño hecho, pero no significa que uno va a ser tan ingenuo en confiar o ofrecer su amistad al ofensor al cuál uno perdona. Se perdona, pero jamás se olvida. Yo perdono al MRTA, pero jamás olvidaré el odio infinito y la maldad de estas personas degradadas por el crímen.
VA Belaúnde decía que ..” el odio así entendido es una de las más altas y nobles pasiones humanas, el rencor por otro lado, no supone ideal propio y positivo y repugna …” (VA Belaúnde; Meditaciones Peruanas)
Fue un gusto conversar en reciente almuerzo
Oliver Stark
Muchas gracias.
Las actuales sociedades en el Mundo Han sido forjadas con espadas en combates Cuerpo a Cuerpo. Ultimamente se pelea a distancia pero el odio es el mismo. Habra un momento Donde la humanidad desaparezca el gen del odio? O es parte de la naturaleza del ser humano, al fin y al Cabo , no hace mucho q salimos de las cavernas y Aun no confiamos en nuestros vecinos?
El odio existe desde Caín y Abel, pero cuando una clase política vive del fomento del odio es que está enferma y sin ideas. El odio reemplaza a las ideas para movilizar a las masas. Es función y obligación de las altas jerarquías del Estado fomentar la unión y la paz nacionales y no la discordia y el odio.
Los peruanos vivimos en perenne edad del Hierro, en el mismo círculo del odio, como un gato destinado a perseguirse la cola eternamente. Claro ejemplo el daño que se hizo y se sigue haciendo a los expropiadas de Reforma Agraria. En vez de ordenar que simplemente se ejecute el pago de acuerdo a lo estipulado en la Resolución del 2001 del Tribunal Constitucional, se modifican sin necesidad y en forma maquiavélica los términos económicos y utilizan como base de cálculo monedas inexistentes como el Sol de Oro y el Inti, con esta astucia se libran fácilmente del problema y pagan un sencillo. Hago la analogía por ser el caso de mi madre de 81 años, expropiada directa. ¿Se puede compensar las oportunidades perdidas, el sufrimiento de tantas familias, el lucro cesante? Hasta a Job Dios lo recompensa por su infortunio.
Gracias por su brillante artículo.
Muchas gracias por su valiente comentario.